El “choque de civilizaciones” ***
El “choque de civilizaciones” (clash of civilizations en inglés) es una teoría de relaciones internacionales de los años noventa que sostenía que los conflictos tras la Guerra Fría ocurrirían entre grupos culturalmente diferentes. Esta teoría fue desarrollada por el politólogo estadounidense Samuel P. Huntington (1927-2008), primero como artículo en la revista Foreign Affairs en 1993, y en forma de libro en 1996.
La idea del choque de civilizaciones tiene su origen en el final de la Guerra Fría. Huntington pretendía prever el impacto de la caída de la Unión Soviética en las relaciones y los conflictos internacionales, en un escenario de profundo cambio del orden mundial. Llegó a la conclusión de que los conflictos del siglo XXI podrían no tener lugar entre países, sino entre grupos culturales o “civilizaciones”. Huntington definió ocho principales: occidental, islámica, ortodoxa, japonesa, africana, hindú, sínica o confuciana y latinoamericana, a las que se añadió también la cultura budista. Esta clasificación tenía en cuenta factores como la religión, la lengua, la historia, las tradiciones o las instituciones.
Por qué “chocan” las civilizaciones
Para Huntington, las civilizaciones dominantes son la occidental, la confuciana y la ortodoxa. La civilización occidental abarca Europa, Norteamérica y los grandes países de Oceanía, y está liderada por Estados Unidos. La civilización ortodoxa, con Rusia a la cabeza, engloba a los países de Europa del Este y de Asia occidental. Y la civilización confuciana incluye a China y algunos países de su zona de influencia. Las demás civilizaciones no cuentan con un país líder: la civilización latinoamericana abarca Centro y Sudamérica; la africana, África subsahariana; la islámica, Oriente Próximo y el norte de África; la hindú —junto a la cultura budista—, la zona de India; y la japonesa comprende en esencia al propio país.
Hay países en los que conviven distintas civilizaciones y que, explicó Huntington, tienen más posibilidades de desmembramiento, como Turquía, México o Rusia. Ninguno pertenece a la civilización occidental —sino a las islámica, latinoamericana y ortodoxa, respectivamente—, pero se han acercado a ella incorporando sus valores o uniéndose a sus organizaciones, provocando cierta fractura cultural interna.
Según Huntington, había dos motivos por los que se producirían conflictos entre civilizaciones. Por un lado, la globalización ha aumentado las interacciones entre grupos culturales, lo que a su vez incrementa las probabilidades de enfrentamiento. Por otro, las características culturales de un grupo están muy relacionadas con su identidad, punto de fricción mucho más intenso que las cuestiones políticas y económicas que caracterizaron la Guerra Fría, y que causan una mayor división entre los conceptos de “nosotros” y “los otros”.
Esas diferencias radicales entre civilizaciones provocarían conflictos que dominarían la política global a partir de los años noventa. Para Huntington, de haber otra guerra mundial, sería entre civilizaciones: surgirían coaliciones de naciones agrupadas bajo un mismo paraguas cultural, con una tendencia natural a apoyarse entre sí. Aun así, podría haber enfrentamientos entre grupos de una misma civilización, pero serían menos intensos.
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